La otra vez pensaba en las veces que algun hombre me ha preguntado, directa o indirectamente por el tamaño de su miembro. Con un: -qué tal? y la subsiguiente caída de ojos hacia su sexo se quedan esperando una respuesta, entonces me pregunto dentro mío si espera la verdad o sólo lo que él quiere escuchar, y digo: -está muy bien! y ves como una sonrisa se les dibuja en el rostro y ahí confirmo que nunca, nunca esperan un respuesta honesta.
Por qué esa absurda idea de creer que todo es cuestión de tamaño y no de destreza en la cama?, por qué creer que lo que diremos es cierto o acaso no sería más creible que ante esa pregunta le dijéramos: -esperá un segundo, ir hasta la cartera, traer una cinta métrica y medirlos para confirmar lo que quieren saber?, por que obsesionarse más que con el 90-60-90 que durante tanto tiempo nos traumatizó?
Salvo Silvia Suller que una vez habló del chizito de Jacobo en público, las mujeres tratamos de ser sutiles, delicadas, nos nace ese lado maternal que todas tenemos, como cuando un hijo nos regala algo hecho con su manitos y decimos: -Qué hermoso!.
El tamaño no nos garantiza mayor gozo, ni que ustedes sean más viriles. El placer se vive con los sentidos, con la piel, es conjugarse en un encastre casi perfecto. Es el encuentro en una posición o en varias, en el olor que nos despierta, en los sabores que nos exitan, en los roces, en la entrega.
Es disfrutar de lo que cada uno tiene para dar, sin importar el tamaño de tu pene... No te parece?
