Estaba en la oficina, ya era la hora de irme y pensaba en mi compañero (con quien las cosas no van bien), ahora bajo, no lo espero, y me voy como si nada y que él se quede mirándome, preguntándose dónde voy tan rápido, con quién...
No!- mejor bajo, voy hasta donde está, lo saludo, le digo chau, me doy la vuelta y que se quede con las ganas de preguntarme por qué no lo espero, dónde voy, con quién...
Voy bajando, saboreando de antemano las ganas de esta dulce venganza, miro hacia el fondo y no estaba, veo hacia la puerta y se iba saludando a todos con una gran sonrisa y me quedé parada en medio del salón preguntándome por qué no me esperó, dónde iba tan rápido, con quién...
martes, 16 de octubre de 2007
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6 comentarios:
Ja!
Venganzas...hay que ser demasiado rapido para que funcionen.
Bs.
vanys: la verdad que no lo tendría que haber pensado tanto y actuar en el acto. Pero una se enrosca y esto es lo que pasa
No creo en la venganza, poque al menos a mi me deja igual sabor a poco y si pudiera me ensañaría.
Por eso prefiero ir de frente o directamente obviar el asunto.
Si, definitivamente lo peor es que te ganen de mano.
ay ay ay... todas somos iguales. Cuantas veces me habrá pasado de maquinar así y en el momento en que planee algo se me dio vuelta la tortilla.
Es asi creo yo, somos hijas del rigor...
saludos!
pitoti2: a veces la venganza es cobarde
mafalda: bienvenida a mi blog, viste que al final somos todas iguales, jaja
besos
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