Él está mustio, caído, desolado.
Sólo recibe una palmada consoladora en el cuarto más íntimo de la casa,
pero en las noches cuando ella está a su lado sólo recibe indiferencia.
Él está mustio, caído, desolado.
Su pellejo se va arrugando por los años y el abandono.
Se siente más pequeño, será que en sus mejores épocas su estampa era el orgullo de su dueño
y hoy sólo es un bultito perdido en los pliegues de un pantalón.
Él está mustio, caído, desolado.
La vejez lo ha sumergido en un ostracismo del que se siente incapaz de escapar. Y ella se encarga de negarle cualquier atisbo de esperanza.
Él está mustio, caído, desolado.
No quiere enterrarse en vida, su libertad dura el tiempo en que tarde en liberar la urgencia de ese líquido amarillo.
Él está mustio, caído, desolado.
Parece muerto pero cada latido es un grito impercetible de quien quiere volver a vivir...
4 comentarios:
Uhh! Que tema tan delicado, y a la vez tan difícil de reconocer para nosotros los hombres. De todas formas siempre está la posibilidad de acompañarlo y darle una mano para que se desahogue y largue sus penas.
pitoti2: tal vez lo que espera es que la mujer que ama lo haga revivir.
Qué sentimiento más desgarrador el de la indiferencia... Lastima desde el fondo, deshilando uno a uno los anhelos más preciados, convirtiéndolos en frustración, en dolor...
Mucha gente se queda en ese estadío, en que nada pasa, y todo pasa a la vez, pero se mantienen ininmutables, el viento no refresca su piel, el sol no irrita sus pupilas, las lágrimas ya no corren por sus mejillas; tan sólo permanecen, a la espera de que todo pase, sin que nada pase...
Muy lindas tus palabras, es una hermosa forma de conocer a alguien...
Saludos.
romina: tal cual, la indiferencia es lo peor. Gracias por comprender tan bien mis palabras y por tu comentario.
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