jueves, 14 de agosto de 2008

ODIO 14

A la noche, cuando salgo de trabajar (20.30hs.) hay una vieja que se ubica todos los días en la esquina de Las Heras y Patricias Mendocinas con su banda de niños, que salen a pedir por los bares y cafés de la zona, y ella que es una gorda impresentable no mueve el traste para nada. Vive, se nota, de lo que esos niños de grandes ojos negros, piden en la calle. A veces he visto también un hombre, con dos manos, dos piernas y muy bien de salud, que con sillita en mano acompaña a esta madama de la niñez abandonada. Una vez me agarré a pelear con la vieja y aún no entiendo como nadie (hablo de autoridades) hace nada por esos niños.

El domingo leyendo el diario Los Andes, encontré esta poesía de Armando Tejada Gómez (mendocino, fallecido en Buenos Aires en 1992) que ilustra muy bien lo que digo:

A esta hora, exactamente, hay un niño en la calle... Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate...
A esta hora exactamente,
hay un niño creciendo.
Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre
acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle...

7 comentarios:

Cecy dijo...

lo vivo a diario por mi trabajo, algo se hace, no lo que se esperaría es verdad...

besos

Lilith dijo...

Una realidad muy triste. Y pelear con ese tipo de gente no ayuda.
Me pregunto ¿que podremos hacer para salvarlos de la mediocre influencia que los lleva a también ser paracitos?
Un beso.

Víctor Hugo dijo...

me hiciste recordar una canción que canta Mercedes Soza hace muuuchos años atrás....
decía:
a esta hora exactamente hay un niño en la calle... hay un niño en la calle ... qué será de los niños que duermen en la calle...
de los niños que viven en la calle...
saludos!

Fer V dijo...

Es terrible, en verdad, que sucedan cosas así. Los niños no deberían hacer otra cosa que reir, jugar e ir a la escuela.



¡Sonrie!

dispersa dijo...

me encanto el escrito de A T Gómez.

Sobre lo q escribiste nada q agregar,se agolpan las penas.

un beso

Graciela dijo...

cecy: pero si algo se hiciera por más chiquito que fuera no vería a menudo a esa "señora" con su gordo trasero mafioso todas las noches...

lilith: eso es un parásito... y si vieras en el verano la cantidad de niñas de 16/17 años con sus hijitos, parace que la ponen a parir materia prima, porque los niños crecen y las ganancias disminuyen.

victor hugo: tal vez es la misma poesía que puse adaptada... es muy triste. Cuando veo esto pienso en mis hijos.

generique: lástima que lo que debiera no condice con lo que es.

dispera: es cierto se agolpan junto con la impotencia de no poder hacer nada.

Araña Patagonica dijo...

Creo que este tipo de gente ve en cada hijo que tiene una inversión: no los mandan a la escuela, no los visten, los matan de frio y los mandan a pedir.

Es cierto, tienen manos y pies, estan enteros, pero estan quemados.

Mucha tristeza me da.

Un beso y buen finde