En mi vida he pasado de todo, recuerdo una vez que estaba re mal de plata, trabajaba en un locutorio y ganaba $360.-. Hacía poco que me había separado, las cuotas del departamento se iban acumulando y el Hipotecario no aceptaba más que el total de la deuda y se fue haciendo una bola de nieve imposible de parar, me llegaban cartas documento y sentí que al final me iba hundiendo...
En ese tiempo leo un aviso que piden mujeres de compañía mayores de 30, y me dije: - Y si pruebo?, llamé al aviso, me atendió un hombre, me dio la dirección y quedé en ir a la tarde. Era en un edificio de la calle Patricias y Colón, toqué el portero y una chica apareció en el vestíbulo y me abrió la puerta. Entramos a un departamento diminuto, una pequeña cocinita, un pequeñísimo comedorcito con un teléfono, una mesita y un sillón, al fondo la habitación con una cama matrimonial con colcha y almohadones de raso.
El hombre que me había atendido por teléfono, resultó que era el encargado gay que cuidaba de los intereses de un travesti dueño de varios departamentos.
Me explicó como era el trabajo, tenía que cumplir un horario, atender el teléfono, luego llegaba el "cliente" y elegía entre las chicas que habían. Podía vestirme cómo quisiera, incluso disfrazarme que eso llamaba más la atención. Me explicó sobre las tarifas, dependiendo del servicio y el tiempo. Yo escuchaba nerviosa, pensando solamente si en verdad quería estar ahí, pensando en mi mamá, en mis hijos... Me explicó también como trabajaban entre ellas, que la hora del almuerzo, todas ponían por partes iguales para comprarlo, que había días buenos y otros no tanto. Que a veces sólo sacabas para la comida...
Me dijo que quien me tenía que dar el visto bueno era la dueña, la llamó y convino que fuera hasta su bulo, que quedaba en la Av. Las Heras.
Fuí hasta allá, creo que más bien me movió la curiosidad.
Toqué el portero, otra vez bajó una chica a abrirme, durante el trayecto al departamento me preguntó si ya había trabajado antes. Le dije que no, que andaba mal de plata.
Este departamento era lo opuesto al otro, amplio, varias habitaciones, con estatuas, telas colgantes, un sillón grande. Me quedé sentadita esperando, hasta que apareció la dueña, un travesti super producido, me pregunto por qué estaba ahí, me dijo que era muy bonita, y si quería podía quedarme para ver que onda.
(Les digo la verdad, ese día ni siquiera me había depilado para tener una excusa para no hacer nada a las apuradas).
Le digo que me lo deje pensar, bueno llamanos cuando te decidas (sólo Dios sabe por qué no me pidió mi teléfono, tal vez si me llamaba me dejaba convencer).
Al poco tiempo me salió un trabajo mejor de cajera en Belgrano sandwichs, ahí ganaba el doble de lo que estaba ganando y me decidí por este trabajo que me iba a honrar más. La verdad que fue una aventura y no me arrepiento de la desición que tomé.